martes, 19 de noviembre de 2013
Leyendo a Muñoz Molina, en una visita a un museo, me hizo recordar uno de los primeros
relatos que escribí.Uno de los protagonistas era este cuadro."Las manos Orantes" de Alberto Durero.
Cuando supe la historia de estas manos (me emocionó enormemente) saber que una vida llena de penurias, puede catapultar a alguien muy grande.Las manos son de el hermano de Durero, que era tan buen pintor como él y sacrificó sus manos trabajando en una mina para pagarle los estudios a Alberto,cuando este regresó, para pagarle a su hermano la formación necesaria, Alberto se encontró a su hermano impedido para pintar, pues se había roto todos los dedos en la mina.
Alberto Durero al comprobar que su hermano ya no podría pintar. Pensó en agradecerle su gesto inmortalizando sus manos.
Un acto de generosidad y amor, se vió recompesado por otro.
La generosidad en mayúsculas campa en todas partes solo tenemos que mirar hacia el lugar adecuado.
Gracias a todos los que me visitais por aquí.
Todavía estoy abrumada, mas de doscientas visitas en cuatro dias, sois muy generosos.
GRACIAS.
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Preciosa historia, gracias por compartirla. Un gran abrazo.
ResponderEliminarUn abrazo a los dos y gracias por este blog. RocioNav
ResponderEliminarPreciosa historia!! Realmente emotiva.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias.
Bella y emotiva historia. Sí; el agradecimiento y la generosidad, siguen vigentes. Gracias a Dios. <3
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